Por José C. Novas.
Uno de los períodos de la historia dominicana expuesto con mayores confusiones es el que va desde 1899 (cuando fue asesinado el dictador Ulises Heureaux) hasta 1916 cuando se produce la primera intervención militar de la República y que duró hasta 1924, o sea que le fue impuesto un gobierno militar que duró ocho años.
Los cronistas de la historia cuando abordan ese espacio de tiempo, argumentan que el principal motivo del envío de tropas fue por violación de lo que establecía en la Convención de 1907 y el incumplimiento de pagos a cuotas de la deuda externa, esos fue lo que anunció el país invasor, pero el tiempo ha demostrado que hubo otras razones mucho más poderosas que las que se siguen sustentando en nuestros días.
Basado en referencias y documentos archivados en instituciones de Estados Unidos, soy de opinión que la Convención de 1907 germinó con la juramentación del presidente Theodore Roosevelt de Estados Unidos, un gobernante que creía en la imposición de iniciativas a favor de su país a través de acciones navales y militares. A su administración se atribuye la frase conocida como “diplomacia del garrote” (Big stick diplomacy) impuesta al hemisferio de Iberoamérica.
Fue durante el mandato de Theodore Roosevelt cuando inició la construcción del Canal de Panamá una estructura consideraba necesaria en las operaciones comerciales que se habían proyectado para llevar a Estados Unidos a controlar la economía mundial, y que proclamó en su discurso anual de rendición de cuentas de 1903. De acuerdo con el gobernante, esa hegemonía duraría más de 300 años favoreciendo a su nación, visión que hasta el momento ha resultado acertada y efectiva.
El poderío naval de Estados Unidos impuso la idea de Roosevelt y para iniciarlo, contó con la combinación de políticos colombianos, que tomaron una provincia de ese país y proclamaron la República de Panamá. A cambio del apoyo de Roosevelt, Panamá otorgó a Estados Unidos control de la zona del Canal por un periodo de 100 años. Después había que diseñar un esquema para garantizar lo que sería el tráfico comercial entre el Pacífico y el Atlántico a través del istmo y ello en parte vino a constituirse en la imposición de una serie de tratados al gobierno dominicano, siempre basados en la posición estratégica de la isla en la ruta comercial hacia los puertos de la región Este de Estados Unidos.
De esas iniciativas emanadas en la Casa Blanca se origina el Protocolo de 1902, el Laudo de 1904, la Convención de 1905, el Modus Vivendi en 1905 y la Convención de 1907, este último fue un tratado que entregó el control de las recaudaciones de las aduanas dominicana a colectores extranjeros, nombrados por el gobierno de Estados Unidos. Para ello fue necesario aglutinar a los que el fundador de la República llamaba “malos dominicanos”, en referencia a aquellos que estaban dispuestos a entregar la soberanía y los recursos nacionales a intereses ultramarinos a cambio de bienestar económico.
La responsabilidad histórica de esa conducta criolla para favorecer a sectores extranjeros recae sobre los líderes políticos de la época, junto a los sectores dominantes de la sociedad dominicana y algunas empresas, que defendieron sus intereses económicos y optaron por sacrificar la nación, incluyendo la prenda más preciada: su soberanía. Seria una falta al deber si no los mencionamos por sus nombres o apellidos, para que las generaciones actuales conozcan quienes fueron los judas de la patria en el pasado y los que descienden de ellos y que ahora siguen empujándola hacia su desaparición.
De aquella desgracia comparten la responsabilidad los presidentes Horacio Vásquez, Juan Isidro Jimenes, Alejandrito Gil, Carlos Morales Languasco, Ramón Cáceres que en su condición de gobernantes durante aquel proceso no supieron defender la dignidad nacional, a ellos cae el peso de las consecuencias, por haber promovido o aceptado dichos convenios, que en ningún momento fueron bilaterales, sino por imposición de la llamada “diplomacia del garrote”, la cual hizo conocer públicamente el presidente Theodore Roosevelt. Pero esos líderes políticos no actuaron sólos, hubo dominicanos prestantes que también participación en la elaboración de esos arreglos entre los que resaltan Francisco Leonte Vásquez, Manuel de Jesús Galván, Francisco Henríquez y Carvajal, Federico Velásquez, Juan Francisco Sánchez, Emiliano Tejera, Casimiro de Moya, Jose Dolores Alfonseca, Luis Pelletier, Manuel Lamarche, Fidelio Despradel, Frencisco J. Peynado, Mariano A. Cestero, Miguel Angel Garrido,Casimiro Cordero, Alvaro Loogrono, Andrés Navarro, Desiderio Arias, Miguel A. Pichardo y la lista es larga si se incluye a todos.
Entre las empresas financieras que veían como buena y válida para la estabilidad económica destacaban la de Cosme Batlle, la Casa Vicini, la Casa Jimenes y la Corporación Michelena, que también comparten su cuota de complicidad en el proceso que llevó a la firma de la Convención de 1907, con sus consecuencias.
A pesar de lo antes expuesto, los cronistas de la historia local o extranjera atribuyen la invasión al incumplimiento de los pagos a las cuotas de la deuda externa del país, y a la violación de los acápites de dicho tratado en 1916, ese fue el argumento usado por los invasores para justificar la presencia de soldados en suelo dominicano, pero ello no significa que esa sea la verdad absoluta sobre los motivos. Con los marines se perdió ka soberanía, se produjo la disolución del gobierno establecido y se impuso la Ley Marcial en perjuicio del pueblo dominicano.
Y la pregunta es: ¿Qué justificación habrían tenido en otros países o territorios en los que habían intervenido antes o en los que intervinieron después, pero que no tenían con Estados Unidos tratados como la Convención de 1907?
Sólo si se replantea la exposición general de la historia dominicana, y de ese periodo en particular, podríamos hallar las respuestas a esas interrogantes.
En una próxima entrega abordaré aspectos e iniciativas tomadas durante esa etapa que no aparecen en los textos de historia y que consideramos esenciales para la crónica de nuestras luchas pretéritas, citaré los documentos que las sustentan y los archivos donde se encuentran, para que el público interesado si lo desea tenga acceso y no permita que le vendan gato por liebre. Mas sobre esos temas en una variedad de libros en el portal amazon, con solo pulsar Jose C. Novas en la ventana de buequeda de amazon.com.