Tributo al recuerdo de la cuaba.
Por José C. Novas.
La cuaba, era un popularísimo trozo de madera que se vendía por todos los rincones de la geografía nacional en la República Domincana, era un ingrediente de uso común en casi todos los hogares del país, al menos hasta nuestra adolescencia lo fue así. En nuestros días la palabra cuaba parece un término extraño, extinguido y casi desconocido por las generaciones actuales, acostumbrados a estufas eléctricas o de gas propano. La cuaba era un tipo de madera que se vendía en forma de astillas en las calles, ventorrillos, colmados y supermercados, era extraída de la raíz y del tronco del pino conocido como Pinus Occidentalis, se formaba como resultado de la acumulación de resina del árbol de pino en el tronco y las raíces, común en sierras y cordilleras de la isla de Santo Domingo.
La resina del Pinus Occidentalis posee características volátiles cuando es tocada por el fuego se produce una llama incandescente que mantiene la combustión hasta que se consume totalmente el trozo de madera. Desde tiempos precolombinos y durante el período de la colonia, la cuaba era usada como una especie de antorcha para iluminarse en la oscuridad, por sus características se hizo de uso popular y se mantuvo hasta la década de los años setentas cuando comenzó a desaparecer como materia de uso en la población.
La cuaba se usaba para encender fogones, anafes, fogatas y hogueras, tanto era su consumo entre los habitantes, que para algunos se convirtió en una fuente de trabajo y los que se dedicaban a venderla eran llamados cuaberos. El impacto de la cuaba en la sociedad llegó a penetrar al folclor y está en el recuerdo de manera permanente en las letras de dos merengues que fueron muy populares. Una de esas canciones caló en el gusto nacional en el merengue “la muerte de Martin”, el cual una de sus estrofas decía: “se murió Martín, en Loma de Cabrera, le prendieron cuaba, porque no había velas”.
La otra producción musical también a ritmo de merengue que se popularizó en la década de los sesentas fue otra canción titulada “El cuabero”; esa canción, cuyas letras hacían referencia a un vendedor de cuabas, que en voz alta pregonaba haciendo un llamado a las mujeres para que compren “su estilla”, o sea que las letras de ese merengue en la oportunidad estaban salpicadas de la malicia peculiar del dominicano y el musico Johnny Ventura al interpretarla resaltaba el doble sentido propio del merengue bailable, dirigido a los sectores bajos de nuestra sociedad.
Es posible que la aparición de las estufas eléctricas y más tarde la popularización de las estufas de gas propano para cocinar en la nación dominicana, fueran los factores que llevaron a la desaparición de la cuaba como material para encender carbón, fogones de leña, hornos y hogueras de madera y otros usos en nuestro país. Con la modernidad desapreció la costumbre de vender cuaba, hoy podemos decir que quizás su desaparición constituyó una bendición, porque para obtener la cuaba había que cortar el árbol del pino que la produce, lo que significaba que, por causa y efecto, se depredaban los bosques buscando el producto, sobre todo las montañas elevadas de nuestras cordilleras donde nacen los ríos que suplen de agua la población.