Conferencia “Duarte y su Devoción por la Virgen de la Altagracia”.
Pronunciada por el General de Brigada Médico Internista-Oncólogo Dr. Rafael Leonidas Pérez y Pérez, E.N., historiador, en el Auditorio del Museo de Historia Natural, Plaza de la Cultura “Juan Pablo Duarte”, Santo Domingo, D.N., el lunes 16-5-2011, a las 06:00 p.m., en el contexto de la XIV Feria Internacional del Libro Santo Domingo 2011, por invitación del Instituto Duartiano.
En su Cartilla Duartiana No.11 sobre el “Nacimiento y Bautismo de Juan Pablo Duarte, Fundador de la República”, Daniel Nicanor Pichardo Cruz, dice lo siguiente:
“El 26 de enero, cuando la Iglesia Católica consagra este día a los Santos “Timoteo y Tito, Obispo y Mártires”, conforme señalan los autores Mario Sgarbossa y Luigi Giovannini, ambos Santos discípulos y fieles colaboradores de Pablo, el Apóstol de las gentes (de los gentiles), hoy denominado “el Apóstol de las naciones”, por la iglesia, después que se convirtieron al cristianismo resultaron infatigables viajeros evangelizadores y organizadores junto al Apóstol Pablo, de comunidades cristianas, adonde asentaron el evangelio y enseñaron preceptos doctrinarios de Jesucristo como semilla de paz y de libertad, coincidencialmente nace Juan Pablo Duarte Díez, (primera década del siglo XIX), es el cuarto hijo del matrimonio Duarte-Díez.”
Prosigue Pichardo Cruz con:
“Según Pedro Vergés Vidal: ´El 26 de enero en 1813 (Martes). Abre sus ojos a la vida en la antigua calle Principal de Santa Bárbara, hoy Isabel la Católica No.86, (308 actualmente) en la ciudad de Santo Domingo de Guzmán, Juan Pablo Duarte, hijo de Juan José Duarte Rodríguez, comerciante español, y de Manuela Díez Jimenes, dominicana, natural de Santa Cruz del Seibo.”
Orlando Inoa en su “Biografía de Juan Pablo Duarte”, señala:
“Juan Pablo Duarte nació el 26 de enero de 1813 en la ciudad Santo Domingo. Era el cuarto hijo del matrimonio de Juan José Duarte y Manuela Diez, procreado cuando sus padres tenían al menos diez años de casados. A la segunda semana de nacido fue bautizado por el sacerdote José Ruiz, en la parroquia de su barrio de Santa Bárbara, fungiendo de padrinos Luis Méndez, quien era regidor del ayuntamiento de la ciudad, y su esposa, Vicenta Cuevas”.
Añade Inoa:
“En lugar de recibir las primeras letras en su casa, como era la costumbre de la época, las recibió de una amiga de su madre, la señora de Montilla, con tan buen éxito que a los seis años sabía leer y recitaba todo el catecismo.”
El fervor cristiano de Juan Pablo Duarte se manifiesta con esplendor en el “Juramento Trinitario”, hecho el 16 de julio de 1838 en la instalación de la Sociedad Trinitaria, genitora de la República, a saber:
“En el nombre de la Santísima, Augustísima e indivisible Trinidad de Dios Omnipotente: juro y prometo, por mi honor y mi conciencia, en manos de nuestro Presidente Señor Juan Pablo Duarte, cooperar con mi persona, vida y bienes habidos y por haber, a la separación definitiva del gobierno haitiano y a implantar una república libre y soberana e independiente de toda dominación extranjera, que se denominará República Dominicana, la cual tendrá su pabellón tricolor en cuartos encarnados y azules, atravesado con una cruz blanca; la República establecerá su correspondiente escudo de armas. Mientras tanto seremos reconocidos los trinitarios, con las palabras sacramentales: “Dios, Patria y Libertad”. Así lo ratifico y prometo ante Dios y ante el mundo. Si tal hago, Dios me proteja y de no, me lo tome en cuenta y mis consocios me castiguen el perjuicio y la traición, si los vendo.”
En el “Ideario de Duarte” compilado y anotado por Vetilio Alfau Durán, acerca del aspecto “Religión” consignado por el insigne Padre de la Patria Juan Pablo Duarte y Díez en su Proyecto de Constitución, leemos:
“La religión predominante en el Estado deberá ser siempre la Católica, Apostólica, sin perjuicio de la libertad de conciencia y tolerancia de cultos y de sociedades no contrarias a la moral pública y caridad evangélica.”
Y respecto de “Providencialismo”, en el mismo “Ideario…”, leemos:
“Los providencialistas son los que salvarán la Patria del infierno a que la tienen condenada los ateos, cosmopolitas y orcopolitas.”
Doce veces menciona Duarte a Dios y al Señor una, en lo que compiló y anotó Vertilio Alfau Durán para el referido “Ideario…”.
Daniel Nicanor Pichardo en su opúsculo “La Bandera Nacional Dominicana”, expresa:
“Parece evidente que en la bandera, en la concepción del patricio referente al símbolo, hay una influencia de índole religiosa del catolicismo. La Virgen de la Altagracia tiene los matices que ostenta la Bandera Nacional. La Patrona de Higüey, madre espiritual del pueblo dominicano, en su ropaje ciñe los colores que nos identifican. No es un mero coincidir, quizás, que la tradición cristiana católica febricitante y definitivamente influyente en la formación y educación de los dominicanos, ejerciera su influjo sobre el principal cultor de la República y éste adoptara los significantes azul y rojo que atraviesa la cruz blanca dando perfil simbólico al contorno territorial de la nación. Es Posible que en su retina ancestral prevalecieran las enseñanzas de su madre, quien pertenecía a familias de Santa Cruz del Seybo, en la región Este del país, de acentuados principios católicos y que según apunta el historiador Mañón Arredondo, ella prendía medallas de la Virgen en las sábanas de la cuna del niño Duarte.”
En su obra “Duarte y Otros Temas”, Alcides García Lluberes, dice:
“…el castizo escritor y excelente ciudadano Pedro Spignolio, quien murió estando en posesión de la medalla con la virgen de la Altagracia que doña Manuela Diez puso el día de la fundación de la Trinitaria en el pecho de su hijo, nos envió una copia en colores de dicha medalla, que conservamos, y ahí estaban ya el rojo, azul y blanco de nuestra bandera, en el traje de aquella advocación de María de Nazaret. Como es harto sabido, la medalla a que nos referimos se la regaló Duarte en Caracas a nuestro gran orador Meriño.”
Y agrega citando el opúsculo “Influencia de la Iglesia Católica en la formación de la Nacionalidad y en la Creación de la República Dominicana”, de su hermano Leonidas García Lluberes:
“Por último: una prueba mas de su intima unión (de Juan Pablo Duarte) con la iglesia católica, la constituye la medalla que se conserva en manos de un discípulo del Padre Meriño (del castizo y atildado escritor, e íntegro ciudadano, Pedro Spignolio y Garrido, padre de dos de los inmortales héroes y mártires de Luperón y del 14 de Junio: de Fernando Arturo y José Antonio Spignolio y Mena), medalla que, como talismán divino, le puso su madre a Duarte sobre el corazón del día en que inició los trabajos revolucionarios, y la cual luce los vivos colores de la bandera nacional y tiene grabada en su centro la imagen de Nuestra Señora de la Altagracia. Este blasón, con el que obsequió al ilustre Padre Meriño el inmortal Juan Pablo Duarte, data de 1838, y es otro argumento, muy concluyente, que puede aducirse como prueba de que a Duarte asimismo debemos nuestro lábaro o pabellón. A mayor abundamiento, reproduzcamos las palabras del Arzobispo Meriño, acerca del grandioso presente, que hablan a la vez con elocuencia del carácter religioso de Duarte: ´Educado en la piedad religiosa, guardó siempre inctacto el tesoro de su fe y acudía al Señor en las congojas de su corazón. En su grande alma mantuvo altar para su Dios y para su patria, y así sus virtudes cívicas llevaban el suavísimo perfume de sus virtudes cristianas. Y ponía también su confianza en el patrocinio de la Virgen llena de gracia, cuya imagen colgara de su cuello en días de zozobras su madre atribulada. Reliquia preciosa, señores, que llevó siempre con devoción y que hoy me envanezco de poseer como el más tierno recuerdo del amigo muerto.”
Como podemos observar al concluir estas palabras, Juan Pablo Duarte y Díez, Fundador de la República tuvo profunda devoción por la Virgen María en su advocación de la Altagracia.