Macho Bonao, historia de un soldado bravisimo.
“Macho Bonao”, un soldado bravísimo.
“Macho Bonao” fue el mote que le colgaron a un soldado dominicano, que hizo fama tras protagonizar un incidente con el inefable coronel Petán Trujillo, un hermano del dictador que gobernó República de 1930 a 1961. El drama surgió mientras el guardia prestaba servicio en la estación de radio y televisón “La Voz Dominicana”; Petán su director le impuso un castigo, que el militar consideró injusto, y de forma audaz optó por no quedarse callado.
Se llamaba Luis Sepúlveda, era cibaeño de pura cepa, creo que de haber nacido en otro país, su historia quizás fuera el argumento de una novela o un libro de cuentos. Macho Bonao era hombre delgado, de baja estatura y poco peso, pero su ruedo se media en toneladas y su voluntad llegaba de la tierra al Sol, pocos le conocieron por su verdadero nombre, fue famoso por su apodo: “Macho Bonao”.
Contaban los guardias, que siendo Luis Sepúlveda raso del ejército, le tocó una yuca en la puerta del anfiteatro de La Voz Dominicana en una de sus famosas semanas aniversarias, que la emisora traía destacados artistas internacionales. Como el show era de calidad, el teatro se llenaba antes de comenzar; ese día el coronel Petán Trujillo, jefe de la estación fue a la puerta y le ordenó al raso Sepúlveda que no permitiera entrar mas personas, porque el estudio estaba completamente lleno.
Impartida la orden, el raso respondió al coronel con un taconazo, dando su señal de atención al coronel. No pasaron diez minutos cuando a la puerta del teatro se presentaron varias jóvenes, que por su aspecto lucían de la alta sociedad, se dijo que eran las amigas del colegio de Angelita Trujillo, la hija del dictador y sobrina del coronel, que las había invitado para encontrarse dentro del teatro a ver el espectáculo.
El raso Sepúlveda le explicó a las jóvenes que tenía instrucciones del coronel Petán de no dejar entrar a nadie y por mucho que le rogaron las chicas, no las dejo pasar; las muchachas se retiraron desconsoladas, pero no tardó en formarse el remolino, al parecer al dictador le dieron la queja y Petan fue reprendido por su hermano. Pero como la soga rompe por lo mas fino, el raso Sepúlveda pago por los platos rotos; llamado a la presencia de Petán y éste le dijo: “tiene cuatro horas para que te presente a Bonao, espera allá hasta que yo llegue y te de nuevas instrucciones”.
El soldado, parado en atención, quizo pedir una explicación al coronel, pero Petan le contesto: “Cállese, y salga de mi oficina, es una orden”. En seguida los espalderos del coronel lo sacaron del despacho hasta el pasillo, fue cuando el raso Sepúlveda perdió la compostura, se devolvió a la oficina y en atención le dijo a Petán: “Coronel, respetuosamente, yo necesito hablar con usted sobre esto”. “No quiero oir nada, váyase a Bonao, carajo” fue la respuesta del coronel Petán.
A ese punto, como si el demonio se encarnara en Luis Sepúlveda, envuelto en cólera y le dijo al coronel: “Pues mire, coño, yo no voy para Bonao, y usted haga conmigo lo que le de su gana”. Dicen que Petán, no resistió la sorpresa y echó una carcajada, pero aun, así ordenó que lo tranquen; la ocurrencia se propagó por todos los cuarteles del país y los rumores al parecer llegaron a oídos del dictador. Decian que Trujillo habia comentado: “cuidado, si a ese guardia tan guapo le pasa algo”.
A raíz del incidente entre raso Luis Sepúlveda y Petán Trujillo, se regó la especie en los cuarteles militares en forma de burla, decian los guardias en relajos, que las fuerzas armadas habían encontrado al verdadero “macho de Bonao”. Pasaron los treinta dias de encierro, al desafortunado raso Sepúlveda lo hicieron cabo y lo mandaron de “castigo” a Pedernales, donde fue asignado como jefe de puesto, en un paraje llamado Don Juan, al borde de la frontera con Haiti. Se cumplió el popular refrán: la soga rompe por lo más débil.