La tapa de alcantarilla y algunas reflexiones.
(Imagen cortesia de Acento.com.do)
Por José C. Novas.
Luego de observar una tapa de alcantarillado en el pueblo donde vivo, he caído en un mar de reflexiones sobre la descomposición social evidente en el pueblo dominicano. En visita reciente a la ciudad de Santo Domingo pude ver una enorme cantidad huecos en el sistema de alcantarillado de la ciudad mas antigua de América, las tapas del sistema de drenaje son robadas; en la capital dominicana el peligro de caer en un hoyo de drenaje esta por todas partes.
Por otro lado, la tapa de alcantarilla en mi pueblo adoptivo en Estados Unidos data de 1914 y en casi un siglo de ser colocada alli, nadie ha osado profanarla; en este país, contrario a lo que ocurre en suelo dominicano, la gente respeta el patrimonio público y pocos son los que se atreven a vender o comprar un artículo de utilidad común, que se sabe ha sido robado.
El riesgo de un accidente se manifiesta a lo largo de la zona urbana, ya se han producido casos fatales y es secreto a voces que gente desaprensiva se roba las tapas de las alcantarillas para venderlas a estafadores de cuello blanco, que reclaman tener negocios para exportar chatarras. Las autoridades no ignoran lo que ocurre, pero es evidente que lejos de ponerle fin a esa práctica, han optado por unirse al concierto de la complicidad.
El robo del patrimonio público es una aberración; los delincuentes llegaron al extremo de profanar la estatua ecuestre del prócer Gregorio Luperón en el parque Mirador del Sur, que fue desmontada de su base y se la robaron. Ese hecho insólito requería al menos de grúas, patanas y personal nutrido para ser consumado; no logro entender como se cometió un crimen de esta naturaleza sin que nadie viera nada y lo denunciara. La estatua desaparecida pesaba varias toneladas, eso no fue un simple robo.
Existe en el país una Oficina para la Conservación del Patrimonio Histórico, una Comisión de Efemérides Patrias y un Departamento de Parques y Plazas Públicas en el Ayuntamiento de la capital, todos han probado ser inoperantes frente el delito de robo de las tapas de alcantarillas y la profanacion de la que fue víctima la estatua de Luperón, el hombre que lo sacrifico todo, para restaurar la soberanía e independencia nacional.
Así andan las cosas en nuestro país, los dominicanos reclaman vivir en democracia, y aunque es la mas costosa del mundo alli impera el desorden; muy cuestionable, pues es uno de los países donde mas consume bebidas alcohólicas, aquí no se escucha la música, mas bien lo que se hace es ruido y estridencia, pocos respetan los semaforos, por todas partes las aceras son usadas como estacionamientos de vehículos, o para venta de chucherías; se impuesto la cultura de hacer dinero aunque sea en medio del desorden, si se evalúa la conducta de la mayoría de los ciudadanos, hay que pedirle a Dios que meta su mano, porque de seguir las cosas como están, se hundirá la isla.