Aprender con la Historia

Radiografía de un pacto traicionero.

Por José C. Novas.

A mediados de 1916 la República Dominicana fue invadida por soldados de Estados Unidos, sus autoridades se basaban que en la isla había un desorden institucional, y que el país pasaba de una revolución a otra, que sus gobiernos no eran capaces de pagar las deudas que asumían con la banca internacional.

Tomaría tiempo explicar como Estados Unidos intervenía en los pueblos del hemisferio americano, casi siempre con similares argumentos. Hay quienes afirman que la población dominicana se quedó de brazos cruzados ante la afrenta a la soberanía por el ejército invasor, pero lo cierto fue que en lugares como Puerto Plata, San Francisco de Macorís, y la común de Mao le dieron cátedra de arrojo, sacrificio y heroísmo.


Al ser proclamada la ocupación militar el 29 de Noviembre de 1916, puesta en vigencia la ley Marcial y declarado el desarme general de la población, estallaron la acciones armadas y centenares combatientes se fueron a las cordilleras a defender los colores de la patria, aun así, fueron calificados como bandidos, criminales, violadores, asaltantes o gavilleros. Uno de los deres rebeldes era Vicente Evangelista, alias Vicentico, escurridizo guerrillero que operaba en la zona Este, con refugio en los predios de Hato Mayor.


Antes del primer desembarco de marines, ocurrido en el mes de Mayo, Vicentico aparecía en las fichas de la Legación de Estados Unidos, como responsable de un asalto ocurrido en La Romana en 1915, en el que murieron dos ciudadanos norteamericanos y los asaltantes huyeron con armas y una suma de dinero en efectivo, por ese hecho Vicente Evangelista era uno de los prófugos mas buscados por las fuerzas invasoras.

 

Tras una persecución sin éxito, los invasores optaron por tenderle una trampa que lo llevó a la muerte. Quizás la ambición de Vicente Evangelista tuvo que ver con su final; para convencerlo a que se rindiera, le enviaron a las lomas una Comisión integrada por varios dominicanos, un marine que se hizo pasar por alto oficial, le dieron garantías de su vida, le prometieron una gobernación provincial, incertarlo en la Guardia Nacional con rango de general, y usaron al gobernador del Seybo Octavio Veras como intermediario en las negociaciones.


Vicentico confió en la buena fe del acuerdo a pesar de que algunos de sus lugartenientes se opusieron, depuso las armas el 4 de Julio de 1917 en la ciudad del Seybo, de allí fue llevado a San Pedro de Macorís, donde fue arrestado el día siguiente. Conducido al campamento Miramar bajo custodia de los soldados invasores, Vicente Evangelista fue ejecutado el día 6 de Julio de 1917; para fines de publicidad los invasores esparcieron la noticia de que el prisionero intentó escapar y no tuvieron otra opción que aplicarle la ley de fuga.


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