El dictador Lilis: aprietos y coincidencias
Por José C. Novas.
En una entrevista hecha al dictador Ulises Heureaux, un mes antes de caer asesinado en 1899, la periodista norteamericana Frances L. Wills de la revista “National Magazine”, le preguntó a Lilis:¿Porqué no viaja a Estados Unidos, país del que usted recibe tanta asistencia económica en forma de prestamos? La respuesta del dictador fue esta descarga: “Aquí, yo lo soy todo, soy general del ejército y Presidente de la República, en New York o Boston, sería un negro”.
Lilis, era hombre suspicaz, que ponía siempre una ráfaga a las respuestas para quienes lo abordaran en forma creyera impropia o maliciosa; como mandatario el general Heureaux no fue dado a salir en viajes al exterior, el pais que más visitó mientras era Presidente fue Haiti. Sin embargo, hubo salidas del dictador pueden catalogarse de sorpresivas y apresuradas. En una de ellas fue a la isla Gran Inagua a bordo de un buque de guerra, era el 4 de Junio de 1897, llego hasta la ciudad de Mathew Town, al enterarse que allí habían detenido Juan Isidro Jimenes, líder de un conato de invasión ocurrido dos días antes por la ciudad de Montecristi, que fue sofocado en cuestión de horas.
En Gran Inagua, isla bajo dominio ingles, el dictador alborotó la prensa, dió detalles sobre los sucesos de Montecristi, denunció que Juan Isidro Jimenes, unido al gobierno de Estados Unidos estaban detrás de la rebelión, dijo que de hecho “era un atentado contra la paz de la República”. El general Heureaux afirmó que había instruido al canciller dominicano Enrique Henriquez, para que cursara demanda legal en un tribunal internacional a nombre de su gobierno.
Tras el ruido mediático en Mathew Town, Lilis regresó al país y redobló la represión contra sus adeversarios, sabía que el final podría llegar en cualquier momento. Otro viaje del dictador que tomó por sorpresa los dominicanos, fue el 27 de Octubre del mismo año, motivado por los hechos antes señalados; en la ocasión, el dictador viajó a la ciudad de Nassau en las Bahamas, a la cabeza de una delegación integrada por él, Manuel de Jesús Galván y el cónsul en Estados Unidos Alejandro Woss y Gil, fueron a testificar en el litigio internacional generado por la invasión del Fanita.
Hubo en Nassau un gran despliegue periodístico, la prensa de Estados Unidos se volcó en atención sobre la demanda, ya que el dictador era muy conocido, alli le llamaban el “Napoleon del Sur” por sus actuaciones en la Guerra de los Seis Años; Lilis acusaba a Estados Unidos de ser cómplice de Juan Isidro Jimenes junto a sectores financieros de Wall Street en la invasión; al final se impuso una sugerencia del Presidente William McKinnley, que sirvió de alfombra a un acuerdo entre las partes involucradas. El pacto de Nassau puso fin al diferendo, en apariencia se llegó a un entendido, lo que no se pudo evitar fue que el dictador Heureaux y el Presidente McKinnley terminaran en coincidencias terribles: ambos murieron con el pecho atravesado por las balas, bañados en su propia sangre, y los dos cayeron una tarde a eso de las 4:30.