Cultura de ingratitudes y aberraciones.

Por José C. Novas.
Para mala fortuna del pueblo dominicano, sus clases dominantes tradicionales le han impuesto una cultura que tiende hacia la ingratitud y la aberración como pago al sacrificio por la patria; desde que fue creada la República en 1844 se manifestaron esas señales de inifidelidades, se simentó la traición y en consecuencia grandes patriotas han sido sacrificados, en nuestros días no hemos aprendido la lección.
Entre los primeros perjudicados de la ingratitud criolla esta la figura procérica de Juan Pablo Duarte, sin dudas motor impulsor del proyecto de nación, que una vez logrado, fue expulsado del país que había contribuido a crear, paradoja de una verdad irrefutable y dolorosa. Pero Duarte como víctima de la traición dominicana no esta sólo en el parnaso de nuestras desgracias, María Trinidad Sánchez, mujer fundamental en el movimiento independentista, fue fusilada a consecuencia de la intolerancia ideológica y de género; de igual modo por su ideología fue posteriormente ejecutado Francisco del Rosario Sánchez, a pesar de ser figura de primer orden en la creación de la República. La lista puede ser muy larga.
Estas observaciones sirven de preámbulo para que llegue al pueblo dominicano la más enérgica protesta, frustración va dirigida a las autoridades, particularmente la Comisión de Efemérides Patrias, la Academia Dominicana de la Historia, la división de Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura y el departamento de ornato Ayuntamiento de la ciudad de Santo Domingo, las condiciones deplorables en que hoy se encuentra la plazoleta en honor al general Gregorio Luperón es injustificable, cuando pase por la esquina de las avenidas Luperón con Anacaona, al oeste del parque Mirador Sur, dedique unos segundos a observar este descuido.
Por aquel lugar (antes una plaza, ahora un arrabal) transitan miles de personas, cuya apatia y silencio se hace cómplice del estado en el que se encuentra; este lugar supone ser un tributo a la memoria del general Gregorio Luperón, quien sacrifico sus bienes y puso en riesgo su vida en defensa de la patria, creó un partido del cual salieron los presidentes Ulises Espaillat, Fernando A. de Merino y Francisco Gregorio Billini, que al decir de los historiadores, están entre los mejores que ha producido la historia del país. Luperón y su figura corren el riesgo de ser borrados de la memoria histórica dominicana, sin embargo, un dictador criminal y entreguista como lo fue Ramón Cáceres mereció que el Estado aportara decenas de millones para que se le construyera un Museo, esa son las cosas que yo nunca entenderé.
He leído las declaraciones del Ministro de Turismo Francisco Javier García y del Síndico de la Capital Roberto Salcedo afirmando que lanzarán la capital al rescate de los turistas, pero resulta que plazas como la del general Gregorio Luperón y otras de la ciudad, están bandalizadas; es sospechoso al lado de esta se encuentra el residencial “El Progreso” y no sorprederia si detrás del descuido surje la mano criminal, pues la estatua ecuestre (que pesaba mas de diez toneladas) desapareció del lugar, hoy luce como un vertedero cubierto de malezas. Es posible que esto sea parte de un plan para borrar la figura de Luperón, como ya borraron a Duarte y el billete de a peso y a Sánchez con la papeleta de cinco; se sabe que los buitres de la administración pasada se repartieron en forma alegre el residencial “El Progreso” antes de salir del mando y no es riesgoso pensar que por ahí ande la conspiración.
Se ha impuesto la ingratitud como práctica permanente de la complicidad en el gobierno, en el caso de la plazoleta Gregorio Luperón, ha sido bandalizada y es obvio que hay ingredientes de impunidad, el descuido alcanza un grado de aberración, lástima me dan los propietarios del residencial “El Progreso”, posibles responsables de todo esto.